Los medios de comunicación deportivos -y gran parte de los medios generalistas- se han quedado en la jornada del lunes y del martes con la incógnita acerca de la sanción que se le impondría a Cristiano Ronaldo por el manotazo involuntario que le propinó al jugador del Málaga Mtiliga, provocándole la fractura de su tabique nasal. Muchos aclaman al cielo por la actitud de este jugador, que tiene colgado el sambenito de chulo y perdonavidas, y así le aplican un trato distinto a cualquier profesional del fútbol que pisa la faz de la tierra. (Finalmente el Comité de Competición ha decidido castigarle con dos partidos de suspensión, concretamente contra el Deportivo de la Coruña y el Espanyol).
Para los detractores del luso, si Cristiano es uno de los futbolistas mejor pagados del mundo y el fichaje más caro de la historia del Real Madrid, tendrá que esquivar sin problemas todos los obstáculos que se le planteen en un terreno de juego, puesto que tiene una responsabilidad mayor. Asimismo, las reiteradas entradas a destiempo que le propinan cada partido están justificadas puesto que cobra unas cifras desorbitadas de dinero y está expuesto a que le den todas las patadas que quieran los contrarios.
Este planteamiento facilón y absurdo es el que está reinando en el ámbito informativo-deportivo, puesto que la figura de Cristiano va más allá de la plataforma futbolística, y las connotaciones estéticas que tiene este personaje le hacen saltar a un plano mucho más amplio. Cualquier persona que no entienda de fútbol sabe quién es Cristiano Ronaldo, sin embargo seguramente desconozca la existencia de Arbeloa, Busquets o Silva.
Donde quiero llegar es a que TODOS los jugadores tendrían que gozar de las mismas condiciones, a pesar de que los medios deportivos se empecinen en desequilibrar la balanza hacia una u otra parte. La jugada que tacha a Cristiano de un criminal es simplemente un incidente aislado del encuentro del domingo, en el que curiosamente el portugués hizo los dos goles del Madrid. Estoy totalmente convencido de que no hubiera trascendido a tal escala si en la jugada hubiera estado involucrado otro jugador.
La intención con la que Cristiano agita su brazo para apartar a Mtiliga es simplemente instintiva y movida por inercia, puesto que necesita seguir corriendo para continuar la jugada. La ambición y el ímpetu del delantero blanco desembocan en ese desafortunado golpe, no la mala intención o la tentativa de agredir a su contrario. Más aún, jornada tras jornada aparecen acciones totalmente intencionadas cuando dos jugadores luchan un balón aéreo o forcejean con ahínco por ser el dueño de la pelota, que a pesar del castigo arbitral, pasan desapercibidas para los órganos sancionadores.
Aquí no se trata de justificar la acción, sino de clarificar lo que ocurrió realmente. Evidentemente es tarjeta roja porque quisiera o no, Cristiano le atizó en la nariz y se la rompió. Pero lo que está claro es que la intención con la que lo hizo no es la que están convencidos muchos de los comunicadores de este país (con lo que dos partidos no sería lo justo).
Es extraño, pero por primera vez estoy de acuerdo con unas declaraciones de Manolo Jiménez, en las que pide a los “informadores” que traten de hablar sobre el estado de salud de Mtiliga y de Filipe Luis. Pero claro, siempre hay que entrar en el morbo más descarado para que la opinión pública tenga de lo que hablar.
Aquí dejo el enlace de un comentario de José Ramón de la Morena antes de saber la decisión del Comité de Competición. Es muy interesante.
www.cadenaser.com/deportes/audios/comentario-jose-ramon-morena-26-2010/csrcsrpor/20100126csrcsrdep_7/Aes/