jueves, 12 de agosto de 2010

Catedrales del fútbol con dimensiones astronómicas

(Publicado en El Pueblo de Albacete el 8 de agosto de 2010)


(Imagen del Estadio Azteca de México)

La historia del fútbol va ligada a una serie de sucesos y anécdotas, que se dan la mano con la remesa de jugadores que tiñen con letras de oro cada capítulo futbolístico escrito década tras década. Sin embargo, hay una serie de protagonistas que son imprescindibles para que se pueda acometer tal premisa. El escenario donde se desatan las ilusiones, donde los aficionados rajan sus gargantas, donde los jugadores demuestran su talento y, sencillamente, donde se disputan los encuentros. 

Los estadios de fútbol son símbolos para los clubes, el lugar sagrado en el que se desarrolla la historia de cada equipo, para bien o para mal. Tanto es así, que muchos de las acontecimientos más conocidos de la semblanza futbolística tienen como protagonista a un estadio: Maracaná, Heysel, Wembley, Camp Nou, etcétera.

Aunque la pasión por el fútbol y el fuerte de este ámbito deportivo se fomente con más intensidad en Europa, este continente no alberga a los estadios más grandes del mundo, puesto que los seis primeros en extensión se encuentran en Asia y América. El campo de fútbol más grande de toda Europa es el Camp Nou -con 98.787 localidades-, que se encuentra situado en el séptimo puesto del ránking mundial.


El más grande

No obstante, el monstruo internacional de los estadios deportivos lo podemos encontrar en Corea del Norte, en el Estadio Rungnado May Day que dispone de una capacidad para 150.000 espectadores, una cantidad que supera en casi la mitad al madrileño Santiago Bernabéu -con 85.354 plazas- que se encuentra el decimotercer lugar de la lista internacional. El campo norcoreano se convirtió así hace 21 años en el lugar más amplio del mundo donde se puede practicar el deporte rey, desbancando a estadios como el Saltlake Stadium (India) y Estadio Azteca (México), con capacidad para 120.000 y 114.600 espectadores respectivamente. Les siguen el Estadio Nacional Bukit Jalil de Kuala Lumpur  (Malasia) con 110.000 personas y el Melbourne Cricket Ground de Melbourne (Australia) con capacidad para 101.000 futboleros aproximadamente.

Unas cifras un tanto paradójicas, teniendo en cuenta que en estos países la inversión que se realiza en el fútbol es mucho menor que la que puedan desarrollar países europeos como España, Inglaterra, Italia, Alemania o Francia. En estas potencias no se puede contemplar la grandiosidad visual con la que cuenta el Rungnado May Day, pero sí que se viven las emociones a niveles estratosféricos que realmente es lo que importa en esto del fútbol.

La remodelación de estadios de fútbol es un capítulo muy repetido en la historia contemporánea, que sirve para realzar la entidad y acoger a más aficionados con el paso de los años. Highbury Stadium y Wembley son dos de los estadios más conocidos mundialmente que pasaron a los fastos de la historia y son recordados como emblemas del fútbol, para ser renombrados en la actualidad como Emirates Stadium (año 2006) y Nuevo Wembley (año 2007), respectivamente. Estos dos ejemplos sirven para vislumbrar la posibilidad en un futuro cercano de que auténticos símbolos españoles como Nou Camp y el Santiago Bernabéu puedan remodelar en cierta medida su capacidad para los aficionados, que a fines prácticos, son los que disfrutan del espectáculo futbolístico.


Funciones diversas

Estos lugares tienen polivalencia para el desarrollo de actividades, ya sean deportivas o ajenas a ellas. Así, se han podido contemplar conciertos, discursos políticos o inauguraciones de otros eventos deportivos en muchos de estos estadios. La década de los ochenta fue una época que bien sirvió para recrear gran parte de la actividad musical del momento en algunos de los estadios más conocidos, como el ya nombrado Wembley inglés. Además, en la retina de todos los amantes del fútbol quedarán grabadas para siempre las imágenes de la tragedia de Heysel (Bélgica), donde murieron 39 personas en mayo del año 1985, antes de la final de la Copa de Europa que enfrentaba a la Juventus y al Liverpool.

No obstante para el buen aficionado al deporte rey, el estadio de fútbol es un lugar casi sagrado, la catedral por la que hay que pasar anualmente para apoyar incondicionalmente al equipo en cuestión, un teatro de sueños infinitos.

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