El clásico que todos esperábamos ha finalizado con una victoria por la mínima del FC Barcelona. Ha sido uno de los choques más igualados de los últimos años, con una resurrección en el juego del Real Madrid, pero con la talentosa efectividad del sueco Zlatan Ibrahimovic.
En la primera mitad los blancos hicieron un perfecto papel, con un buen planteamiento que pudo materializarse con las ocasiones de Cristiano Ronaldo y de Marcelo. El brasileño desentonó entre los once visitantes, con continuos fallos en los pases y algo de lentitud en sus decisiones. Pudimos ver la mejor faz de Xabi Alonso y Kaká, quien bailó a la defensa culé en la ocasión de Ronaldo que despejó Valdés con grandes reflejos. Sergio Busquets pudo ser expulsado antes de tiempo, pues le propinó una zancadilla por detrás a Ronaldo en el minuto diez. Sin embargo, el señor colegiado consideró que era demasiado pronto para amonestar al canterano. Otro jugador bastante duro en las filas blaugranas fue Keita, que estuvo constantemente increpando a la zaga madridista, en concreto a Sergio Ramos (que por cierto, realizó un notable encuentro).
El conjunto barcelonista supo poner en jaque al Madrid a partir de la segunda mitad, con la entrada de la estrella sueca y con la consolidación de la confianza de Xavi e Iniesta. Tocaron y tocaron. Mientras tanto, el equipo de Pellegrini bajó el nivel y optó por un juego más al contragolpe. Se marchó Cristiano y entró Benzemá, que pausó notablemente el juego que estaban desarrollando los de Chamartín. Este jugador sigue sin convencer. Tras la expulsión de Busquets el Barcelona entró en una especie de psicosis y se mantuvo atrás, pero los fallos sobre la portería de Valdés marcaron mucho el resultado final. Habría que considerar que el talento del joven delantero francés quizás no esté ni por demostrar.
Por tanto, un buen encuentro con un resultado agridulce para el Real Madrid, que recuperó la ilusión y que ha podido suponer un punto de inflexión en el juego y en las posibilidades reales para ganar algún título.