Artículo de Opinión
Hay muchos episodios deportivos que pueden parecer fáciles de presagiar. Romper estadísticas y conseguir nuevos retos son algunas de las motivaciones con las que muchos deportistas trabajan día a día para intentar hacerse mejores.
El pasado martes, Raúl González Blanco consiguió igualar al futbolista alemán Gerd Torpedo Muller como máximo goelador -un total de 69 tantos- en competiciones europeas, un dato muy previsible conociendo el olfato goleador del futbolista español. El hoy jugador del Schalke 04 parecía estar destinado a lograr la hazaña, lejos de cometer el fallo de caer en las famosas ansiedades que muchos delanteros pueden sufrir para tratar de anotar goles.
Desde sus inicios futbolísticos hasta su actual andadura por Alemania, Raúl ha cosechado grandes triunfos personales que le han colocado como uno de los mejores atacantes de la historia del fútbol.
Pese a estar tocado, nunca ha sido hundido. Es uno de los jugadores contemporáneos que más críticas ha recibido por los medios de comunicación, aunque la hipocresía de algunos compañeros de la profesión, supone alabanzas posteriores cuando consigue materializar otro nuevo reto. Las páginas que un día tiñen de negro su paso por Gelsenkirchen, al día siguiente le colocan en lo más preciado del fútbol, adornando con calificativos laudatorios sus actuaciones en el césped.
Estamos ante un símbolo del fútbol español que, ante todo, es un enorme profesional. Este motivo es el que principalmente le puede valer para seguir ampliando un récord que actualmente comparte con Müller. Porque si hay alguna cualidad que cabe destacar de Raúl es su complicidad con el equipo en el que milita y su ambición para morder al rival en pos de marcar goles de todas clases.
Tachado de ser un jugador con poca velocidad, limitada técnica o endeble potencia, ha sabido adecuar sus posibilidades físicas a las condiciones deportivas que se le han presentado, convirtiéndose así en la gran figura que es hoy.
Ahora sólo le queda un gol para aventajar al delantero alemán, una cifra que seguramente superará con creces. Callar bocas marcando goles es su encomienda que, hasta el momento, sigue predicando por los campos europeos.